top of page
Writer's pictureTG iglesia

El significado del todo.

“Es en el sufrimiento, que se levanta la pregunta fundamental de la humanidad acerca de Dios.”

(Jürgen M)

Todos quisiéramos vivir en un mundo libre de maldad, enfermedad y dolor y uno de los dilemas humanos más persistentes ha sido explicar o justificar a Dios, en medio de esta realidad. El mundo es hostil y todos quisiéramos que las cosas no fueran así y por eso es normal preguntarse ¿a dónde está Dios en todo esto?

La realidad práctica es que a personas buenas les ocurren cosas malas y eso evita que expliquemos el mundo asintiendo que a los hijos de Dios no les toca la enfermedad o el mal y a los paganos sí. Podría tener sentido para nosotros que a la gente mala le pasen cosas malas; que el malvado merece el pago en dolor por su maldad y esta correlación directa pareciera coherente. Pero… ¿y a los buenos? ¿Por qué las personas buenas también sufren? Eso no tiene sentido o acaso ¿no es esto injusto?

Esta realidad hace brotar muchas preguntas en nuestra cabeza. ¿Por qué Dios no hace algo? ¿Por qué no le pone fin a la maldad, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento? ¿Será que no oramos lo suficiente?

Aclaremos que es perfectamente válido hacer este tipo de preguntas. De hecho, es saludable. Estas preguntas confrontan nuestra comprensión de Dios, la vida, y la verdad. Nos hacen revisar por qué creemos lo que creemos y esta es una buena noticia: a Dios no le ofenden. De hecho, Dios quiere que las usemos para que podamos conocerlo un poco mejor. Como le dijo a Isaías: “Mis pensamientos y conducta son radicalmente diferentes a los de ustedes.  Porque, así como el cielo es más alto que la tierra, mi conducta y mis pensamientos son más elevados que los de ustedes” (Isaías 55:8-9). Por eso no podemos acercarnos a estas preguntas con soluciones simplistas o negando la realidad.

Aunque no podemos explicar completamente los pensamientos de Dios, Él nos ha dado suficiente luz para que le conozcamos y confiemos en Él y es que no existe un solo pasaje bíblico que contenga la toda explicación final, pero si hay muchos indicios de cómo opera su identidad.

De hecho, realmente, al conocer todo el relato bíblico se irá develando la luz de quién es Dios, cómo es Él y cómo actúa y por eso mientras más conocemos el texto, más conocemos a Dios, y así podremos entender mejor, por medio de casos o situaciones, por qué Dios permite el sufrimiento.

UNA APARENTE CONTRADICCIÓN

En nuestra mente la confusión surge de la aparente incompatibilidad de conceptos: cómo puede Dios ser bueno y al mismo tiempo todopoderoso. Cuando vemos la maldad a nuestro alrededor, nos preguntamos:

  • ¿Dios es incapaz de frenar la maldad? ¿No puede?

  • ¿O Dios es indiferente ante la maldad? ¿No quiere?

Equivocadamente, alguien concluyó: “Si Dios es omnipotente y permite el sufrimiento, entonces no es benevolente; no es un Dios bueno y no es amante. Y si es amante con el mundo entero y permite todo este sufrimiento, entonces no es omnipotente. Dada la realidad del mal, o la realidad del sufrimiento, no podemos concluir que Dios sea a la vez omnipotente y benevolente.”

De hecho, este no es un problema nuevo. Epicuro, filósofo griego del siglo IV A.C., dijo: “O Dios quiere quitar los males, y es incapaz; o él es capaz, y no quiere; o él ni quiere ni es capaz; o él quiere, y es capaz. Si él quiere y es incapaz, él es débil, lo que no concuerda con el carácter de Dios; si él es capaz y no quiere, él es envidioso, lo que también está en desacuerdo con Dios; si él ni quiere ni es capaz, es tanto envidioso como débil, y, por tanto, no es Dios; si él quiere y es capaz, lo que es idóneo solo de Dios, ¿de dónde pues se originan los males? Y, ¿por qué él no los elimina?

Estamos convencidos de que Dios es bueno y tiene el control soberano, que es todopoderoso y amoroso; por ende, nos preguntamos dónde está Él cuando sucede la maldad.

NUESTRO PROBLEMA

¿Qué propondríamos nosotros? ¿Cómo manejaríamos el problema del mal? Sin duda, una propuesta sería eliminarlo. Lamentablemente, entonces, ¡tendríamos que desaparecer nosotros! Puede ser que seamos capaces de imaginar un mundo sin el mal, pero no estaríamos presentes en él. Dios no ha destruido el mal porque Él tendría que destruirnos a nosotros entonces.

La maldad y su dolor consecuente están directamente relacionados con el fracaso y la perversidad del ser humano. Es debido a nuestra rebelión, al pecado, que existe en el mundo hoy la maldad. Todo el mal que ahora existe se puede explicar por medio de las decisiones erróneas de criaturas morales libres. Fue así desde tiempos antiguos: nuestra desobediencia trajo una maldición sobre toda la creación.

Dios el Señor dijo entonces a la serpiente: «Por causa de lo que has hecho, ¡maldita serás entre todos los animales, tanto domésticos como salvajes! Te arrastrarás sobre tu vientre, y comerás polvo todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón». A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus dolores en el parto, y darás a luz a tus hijos con dolor. Desearás a tu marido, y él te dominará». Al hombre le dijo: «Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás»”. (Génesis 3:14-19, NVI)

Leemos también en el Nuevo Testamento, en palabras del apóstol Pablo:

De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo”. (Romanos 8:18-23)

En otras palabras, no había sufrimiento ni maldad antes del pecado. Pero nuestra desobediencia contaminó todo lo que conocemos hoy. El origen de este problema no es Dios. El texto bíblico deja muy claro que es la criatura caída la culpable. Por el pecado es que entró al mundo la muerte. Y mientras exista el pecado, desgraciadamente, sus efectos estarán con nosotros.

Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron”. (Romanos 5:12, NVI)


...los invitamos a esperar, la 2da parte.


Nuestras circunstancias buenas o malas, desagradables o no, desnudan cuanto conocemos, quien es Dios.

61 views0 comments

Recent Posts

See All

...halloween...

Hay fechas que desnudan nuestra necesidad de informarnos, sobre que dice la Palabra de Dios, con relación a ciertos eventos “ socio -...

Comments


bottom of page