El día domingo, en la predica, nombre 2 perfiles de hijos, (de cristianos), relacionados a la Oveja Perdida (fuera del Redil, como el hijo pródigo) y a la Moneda perdida, (dentro de la casa o Iglesia como el hermano mayor).
Hoy queremos compartirles, que pasa con los creyentes que dicen, "si pero no quiero ir a una Iglesia" ó "si estoy en una Iglesia, pero no camino con ella"
Constantemente me encuentro con personas en diferentes lugares que “parecieran” ser miembros de la misma iglesia porque tienen las mismas "observaciones"
Muchos se han chocado con soberbia, celos, ceguera, rencor, superficialidad, envidias, etc.
Todos síntomas humanos esperables (somos “producto en proceso”) de encontrar donde hay personas. Así somos porque así venimos de fábrica, producto del pecado y, a menos que dejemos que Dios intervenga, habrá situaciones frustrantes en cada lugar donde decidimos estar. Estaremos mirando a través de un lente permeado por nuestros vacíos y conflictos personales.
Por eso antes de resignarme a la crítica pesimista y ser parte de lo humano que sucede en mi iglesia, yo decidí (ya desde hace muchos años) hacer mi aporte para que las cosas mejoren llegando a ser un canal por donde pueda fluir lo divino, SU gracia y unción.
Hoy…la realidad no deseada de muchas congregaciones…
+ …combinada con nuestro egoísmo,
+ …la corriente de individualismo que nos rodea,
... y la fuerte cultura de personalizar todo a nuestro gusto y medida, conforman el combo perfecto para que empecemos a juguetear en nuestra mente con un “plan B”, es decir: la posibilidad de vivir la espiritualidad por nuestra propia cuenta o a nuestra manera.
En otras palabras no pertenecer a una Iglesia, o asistir a un lugar y otro, cuando lo que necesitamos es un “SEGUIMIENTO PASTORAL” Timoteo, Silas, Aquila, Priscila, etc. siempre estuvieron bajo el cuidado de Pablo.
Entonces, ¿Qué pasa si decido ser un cristiano sin iglesia? Pues, definitivamente me perderé eslabones fundamentales en la cadena que Dios pensó para mi desarrollo interior. Recordemos que nuestro “Adversario” nos quiere solos, apartados, sin tener un sentido de pertenencia con una Familia espiritual y sin pastor. Por ejemplo, sin iglesia o grupo con quien compartir y congregarme no tendré entre otras cosas:
· La oportunidad de dar y recibir amor en forma regular y constante. Suena a frase hecha, pero si no pertenezco a una comunidad no tendré el espacio donde dejar fluir en forma habitual la marca por excelencia de un seguidor de Jesús. Y eso con seguridad, afectará negativamente mi espiritualidad.
La Iglesia debe volverse mi familia, los cristianos… mis compañeros de viaje, así volverá un Refugio para cada nosotros y nuestros hijos.
· La necesidad de rendir cuentas como parte de mi manejo personal. Esto constituye uno de los mayores problemas que tienen los llaneros solitarios que andan sirviendo a Dios y a la gente sin formar parte de un círculo donde otros sepan qué hacen y por qué. No estoy del todo sano espiritualmente si no me sujeto a la autoridad de alguien que puede aconsejarme, advertirme, desafiarme a crecer e incluso confrontarme.
· La escuela de soportar a personas diferentes y difíciles al punto de llegar a amarlas. El caminar armónicamente cerca de quienes no comparten mis gustos, puntos de vista o forma de ser, me ayuda a superarme espiritualmente, me equipa de una manera única para ser de bendición, a desarrollar una tolerancia a prueba de balas y ser de utilidad en todos los ámbitos donde me mueva.
· Interés en el bienestar de otros. Esto no es algo natural. Es algo sobrenatural que Dios pone en mí y debo aprender a cultivar. La iglesia me regala el marco donde enterarme a quién puedo ayudar, dónde servir desinteresadamente con mis capacidades y dónde llorar o reír acompañando el momento que vive mi prójimo. Pertenecer a una Iglesia, sabremos que podremos contar con personas (su oración, su ayuno, su consejo) que nos apoyaran animándonos, a seguir.
· Identidad comunitaria. Al leer la Biblia todos captamos el constante empeño que ha tenido Dios desde siempre de formar un pueblo. Además de Sus propósitos, hay una infinidad de beneficios que trae la pertenencia para quien es parte de una gran familia. La realidad es diametralmente diferente para quien es miembro de una comunidad, y para quien no lo es. Dios nos diseño para vivir en comunidad.
· El contacto grupal con Dios. Mi relación con el Creador incluye disciplinas como orar, alabarlo, honrarlo, servirlo y anunciarlo; que de acuerdo con la Biblia cobran una dimensión superior cuando lo hago en conjunto con otros, “donde hay dos o tres”
Cuando entendemos que nuestra espiritualidad no pasa solamente por creer en Dios, pedirle que me bendiga y tratar de conducirme con valores más o menos cristianos; vuelvo a descubrir y a afianzar la necesidad irremplazable de la presencia de otros en mi camino de fe. Por algo será que cuando Jesús expresó qué era lo más importante, habló de amar a Dios, pero inmediatamente ató esa prioridad a un segundo aspecto sin el cual el primero pierde veracidad: el amar a los demás.
¿Y en la calle no hay prójimos y oportunidades para amar? La primera iglesia, la que tenía frescas e impregnadas las enseñanzas de Cristo, tenía una presencia relevante en la sociedad, pero esto solo era posible porque estaban juntos.
No me gusta la idea de una iglesia que se reúne para aislarse. Dios no nos diseñó como Iglesia, para ser “como un castillo feudal” nosotros adentro y el mundo que se pierde afuera. Pero debemos de reconocer que nuestra FE crece, y nuestro caminar se vuelve más efectivo, cuando obedezco siendo parte de un grupo donde puedo vivir ese “los unos a los otros” que intencionalmente el Espíritu Santo incluyó tantas veces en el Nuevo Testamento.
Romanos 12:4-5 Así como nuestro cuerpo tiene muchas partes, y cada una desempeña una tarea diferente, así sucede en la iglesia. Somos muchos miembros, pero formamos un solo cuerpo, y entre nosotros hay una dependencia mutua. (cada miembro está unido a todos los demás).
Si esto se entiende, se aplica con amor y humildad, nos volvemos como Iglesia, en un gran centro de edificación espiritual, y de expansión misionera, donde todos nos sentimos instrumentos de Dios…desarrollando en nosotros una Fe viva y firme.
Somos FAMILIA ¡
TG
Estar en una religión, no significa necesariamente estar en una relación con Dios !